No se trata de dilucidar si es más adecuado un abrigo Chesterfield, Crombie o King Coat, sino de encargar, completamente customizado y a medida, el abrigo que se adapta perfectamente a cada cliente y que será una inversión digna de formar parte de la herencia que dejará a hijos, e incluso nietos. Aquí no hay patrones previos. Un abrigo a medida, atemporal y 100 % en lana de vicuña, la más preciada del mundo, será la opción perfecta. Mario Zafra, maestro sastre de Yusty 1914, la firma familiar de sastrería a medida que está vistiendo al hombre de manera artesanal desde hace más de 100 años, nos regala diez claves con las que no se equivocará al elegir. Palabra de sastre.
El mejor tejido
Que no es otro que la lana de vicuña. Por algo es la más cara del mundo. Desde su origen en el imperio Inca y gracias a las labores de conservación por parte del gobierno peruano así como de ciertas marcas que invirtieron en su recuperación, tenemos la suerte de que la vicuña no se ha extinguido y nos permite disfrutar de esta preciada y codiciada fibra natural. En 1966, el gobierno de Perú reservó 14.000 acres de terreno para poder repoblar la especie, ya que llegaron a quedar solo 500 ejemplares. En 1976, gracias a CITES, la oficina de Washington que regula y protege el comercio y trata de animales y plantas en peligro de extinción, se clasificó a la vicuña como especie protegida y así es como ha llegado a la actualidad. En el mundo animal no hay fibra que se pueda hilar tan fina, de 12 micras de diámetro. Por comparar, el cachemir tiene entre 15-16 micras. Su vellón está compuesto de dos capas de fibra que le ayuda a defenderse del frío. Al ser un animal muy tímido sufre mucho cuando se le coge para obtener los vellones, por eso no se le esquila como a otros animales, sino que se le peina y es este pelo el que se utiliza para producir los hilos. Un animal adulto produce poco más de 250 gramos cada dos años Para poder realizar un abrigo como el que realiza Yusty se necesita el pelo de 25 a 30 vicuñas.
Toma de medidas, dos pruebas y fitting final
Se trata de un proceso de alta costura, exactamente igual que el que se realiza en los más exclusivos talleres de Couture para mujer. Como Mario Zafra explica, “no tenemos patrones predeterminados. Cuando un cliente llega para hacerse un abrigo, lo primero es hablar mucho con él, establecer un canal de comunicación muy fluido, en el que tanto nosotros nos adaptemos a realizar la prenda que esa persona tenga en mente, como que él se fíe de nosotros y se deje aconsejar, al final quien viene aquí es lo que busca, nuestro expertise”. Efectivamente, no es lo mismo crear una prenda para un hombre con algo de abdomen, a otro con un cuerpo alto y estilizado, o un modelo para quien demande una prenda de tendencia. “En general, –prosigue Zafra– un abrigo a medida en lana de vicuña, que puede rondar los 40.000 euros, es una pieza muy especial que nosotros aconsejamos sea atemporal, con una línea clásica. En la primera cita, definimos con el cliente el tipo de prenda que tiene en mente, le tomamos las medidas y le aconsejamos color, patrón y todos los detalles de la prenda que le vamos a realizar”.
Es muy importante que desde el principio la comunicación sea fluida por las dos partes, ya que se trata de un tejido muy exclusivo y no se pueden permitir errores ni desperdiciar tela. Tras ello, el cliente quedará emplazado para la primera prueba, “que es cuando sobre el cuerpo empezamos a marcar con alfileres, a descoser zonas que no funcionan, adaptar y montar las manga. La segunda prueba ya se hace con un tercio de la prenda terminada, y el último fitting es con ella terminada para asegurar detalles, cambiar algo que no encaje al cien por ciento, ver cómo cae el tejido, el largo de manga, los pliegues… En finalizar todo el proceso solemos tardar unos dos meses”.
Elegir un patrón atemporal
Un abrigo a medida, y más si se realiza en lana de vicuña, es una prenda por definición pensada para permanecer en el tiempo y heredarse de padres a hijos. Por eso, el consejo de Mario Zafra es apostar por los clásicos que nunca van a verse fuera de lugar. “Un ejemplo muy claro son las solapas. Hay temporadas en las que se llevan muy anchas, en otros momentos muy estrechas… Nosotros aconsejamos unas de tamaño medio que siempre queden bien y no llamen la atención”. Los modelos cruzados deben quedar para personas delgadas, ya que por una parte exigen estar siempre perfectamente abrochados, y por otra se abotonan justo en la zona del abdomen, con lo que lo marcan en exceso y pueden producir un efecto indeseado. Un pliegue central o dos a los laterales por detrás, preferiblemente con una trinchera que lo entalle es otra decisión que se debe tomar en función de la silueta del cliente.
Cosido a mano: pespuntes casi imperceptibles por el envés, ojales con cabecilla, puntadas internas en el forro…
Son todos ellos detalles que delatan si una prenda se ha realizado completamente a mano o ha intervenido un elemento industrial en algún momento del proceso. Como explica Mario Zafra “hay que fijarse en los detalles. Cuando para una prueba se hilvana a mano, por muy experto que sea el sastre o sastra, los hilvanes quedan desiguales, algunos flojos…, una máquina los hace perfectos. Igual sucede con los ojales, cuando son hechos a máquina están perfectamente acabados, mientras que a mano suelen tener una abertura en la parte exterior, la cabecilla, y no son tan homogéneas las puntadas. Otro ejemplo: una máquina hace el picado de solapas, cuellos o delanteros –el proceso de reforzar la tela principal y el forro con una entretela no adhesiva, mediante pespuntes en forma de espiga– igual por delante que por el interior, mientras que las puntadas artesanales por el envés apenas se notan. O el cosido del forro, que al separar la tela ligeramente por el doblez de los extremos se vean los hilos… Son detalles que delatan el trabajo artesanal. Un cliente que está pagando por ello no debe tener reparo a la hora de fijarse, dar la vuelta a la prenda y preguntar todo aquello que no tenga claro.
Por encima de la rodilla, el largo más atemporal
Las prendas de hombre desde hace tiempo suelen tener un largo estándar ligeramente por encima de la rodilla, según Zafra por un tema más bien de comodidad, ya que ellos prefieren andar más libremente con algo menos de largura en el abrigo. Aunque no muy por encima de la rodilla, porque entonces pierde el sentido al ir más hacia el concepto de chaquetón, y las proporciones se desvirtúan.
Entallado, con o sin pliegues
Los abrigos amplios son para uso sport. Las líneas rectas oversize, por su parte, se han llevado durante varias temporadas. Pero a la hora de crear una prenda que perdure en el tiempo, es mejor apostar, según el experto, por un abrigo ligeramente entallado, con uno o dos pliegues traseros recogidos por una trinchera más o menos ancha, con o sin botones, pero que ajuste ligeramente a la cintura.
Abotonado recto con una línea de botones
Ya se ha hablado sobre el cierre cruzado con doble fila de botones, muy elegante pero quizá no tan favorecedor para personas con algo de abdomen. Un cierre recto, con una sola fila de dos o tres botones se adaptará mejor a todas las siluetas.
Tres botones en la manga siempre abierta
Las mangas de abrigo, por definición, son rectas y abiertas, generalmente con tres botones en el borde por la parte exterior. En ocasiones se puede hacer un puño algo especial con una vuelta, en la tela del forro, con pespuntes al tono o en contraste. Pero jamás un abrigo tendrá el puño cerrado tipo cazadora.
Forro neutro, no muy llamativo
Otro detalle muy a tener en cuenta son los forros, que en momentos determinados se pueden llevar de estampados llamativos, indudablemente muy bonitos, pero que al final terminan cansando, por lo que Zafra aconseja forros de calidad en tonos neutros o en contraste con el tono exterior, pero que no lleguen a tomar protagonismo en prendas que se pretende que perduren en el tiempo.
Bolsillos de tapa o plastrón
Los bolsillos abiertos en los laterales tipo gabardina son más sport y en la mayoría de las ocasiones desvirtúan la silueta de la prenda. Los de tapa son los más adecuados, con o sin pespuntes. Y, aunque son muy comunes, Zafra no se muestra partidario de los bolsillos en el pecho, “más propios de una de americana que de un abrigo”.