Venecia a lo grande lejos de las multitudes

El hotel Hilton Molino Stucky es un notable ejemplo de la arqueología industrial del siglo XIX y uno de los secretos mejor guardados de Venecia.
María Cristina Pallarés
4 de diciembre de 2024

La distintiva silueta de ladrillo rojo del que fuese el molino harinero más importante de Italia domina el horizonte de la Giudecca. El edificio diseñado por Ernst Wullekopf en 1884, fue adquirido en 2005 por la Cadena Hilton y transformado en uno de los hoteles más exclusivos de Venecia. El Hilton Molino Stucky presume de ofrecer tres valores únicos en la saturada escena hotelera veneciana: tranquilidad, privacidad y proximidad al centro histórico. Su ubicación en este encantador archipiélago de ocho islas conectadas entre sí, con pintorescos huertos urbanos, restaurantes locales y una activa comunidad artística, es un valor añadido. El hotel permite a sus huéspedes acceder fácilmente al centro de la ciudad mediante un servicio de vaporetto que conecta con la plaza de San Marco cada 20 minutos, además de ofrecerles la posibilidad de navegar por la laguna durante el trayecto, que dura 10 minutos.

En la imagen superior, la fachada del Hilton Molino Stucky de ladrillo rojo coronado por un gran reloj. Sobre estas líneas, la terraza del restaurante del hotel, estratégicamente situada a orillas de La Giudecca. Fotos: Luis Davilla.

El edificio, catalogado como monumento histórico, ha sido cuidadosamente restaurado manteniendo la integridad estructural y preservando su arquitectura industrial original, con techos altos y amplios ventanales que coexisten con elementos de diseño contemporáneo. Las habitaciones son amplias, cómodas y están decoradas en tonos tierra con matices náuticos. Muchas de ellas ofrecen extraordinarias vistas a la laguna. La suite presidencial de 300 metros cuadrados tiene dos plantas, está situada en lo alto de la torre del hotel, y tiene acceso privado a la piscina. Personalidades internacionales como Michelle Obama han elegido alojarse en ella y disfrutar de las vistas más espectaculares de Venecia.

 El edificio llama la atención por sus proporciones y un estilo diferente al de la arquitectura tradicional del centro de Venecia.

Uno de sus principales atractivos es la piscina al aire libre con vistas panorámicas de la ciudad. Un raro privilegio en Venecia y un inesperado oasis para sus huéspedes durante los meses de verano. Junto a la piscina se encuentra el animado Skyline Rooftop Bar con vistas de 360 grados y su completa carta de cócteles. Entre sus tres restaurantes destaca el Aromi, cuyo chef Ivan Fargnoli interpreta la tradición gastronómica véneta. Sus creaciones, como el delicado risotto con burrata y carpaccio de gambas de Mazara del Vallo, o el exquisito crujiente o la Ternera Vicciola alimentada con avellanas, se pueden degustar en su magnífica terraza al borde de la laguna. Y para aquellos que buscan relajarse después de las largas caminatas por la ciudad, el hotel cuenta con un spa de 600 metros cuadrados con cinco salas de tratamientos y servicios termales.

Vista panorámica de Venecia desde el Skyline Rooftop Bar, en la última planta.

Este establecimiento pone al servicio del cliente todas las comodidades de un gran hotel de cinco estrellas en un espacio que preserva su historia industrial, mientras propone una experiencia contemporánea lo suficientemente cerca del centro veneciano, lo suficientemente lejos para huir del turismo masivo. El verdadero privilegio reside en su ubicación, que permite rozar la auténtica Venecia, casi imposible de experimentar hoy en día, manteniéndose a distancia del turismo masivo que caracteriza el centro histórico.

Habitaciones a partir de 189 euros en su plataforma web

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