Siguiendo una tradición relojera que se remonta al siglo XIX, los relojes de esta línea destacan por la belleza de sus colores y sus acabados de primera calidad, que los hacen comparables a los de grandes firmas relojeras europeas. Su caja en acero aeronáutico satinada, su maquinaria automática, el cristal zafiro y la correa en caucho, rigurosamente diseñada para adaptarse perfectamente a la forma de la muñeca, son algunas de las prestaciones de la colección, que se ha concebido como una edición limitada de 100 unidades. Sumergible y con una estanqueidad de 100m, es un reloj creado para perdurar en el tiempo. Su precio ronda los 3.200 euros.

Los primeros joyeros de la saga Cabot datan en el siglo XVII, radicados en la próspera costa del Maresme, entre Llavaneras y Mataró. No será hasta 1842 cuando la familia inaugure su primera joyería en Barcelona, que por aquel entonces aún era una ciudad intramuros. Ocupa la firma un solar en la calle originaria del gremio de los plateros, devenidos ya joyeros en su mayoría, el carrer de l’Argenteria, que desembocaba en la basílica de Santa María del Mar, más conocida como la catedral del Mar por su proximidad al frente marino. En los archivos de la época conservados en Soler Cabot, ya existe registro de relojes de bolsillo realizados por la maison a finales del siglo XIX. Aunque también han quedado documentados otros modelos que fueron ideados y diseñados especialmente para determinados clientes en oro, esmalte basse-taille, esmeraldas y diamantes.

En los años 50 y 60 del siglo XX se pusieron muy de moda los relojes-joya realizados en oro blanco y diamantes, y también ahí la firma se suma a la tendencia con sus propios diseños. En 2007, para celebrar el 165 aniversario de la joyería, José Luis Soler-Cabot y su hijo Carlos, al frente hoy de la firma familiar, crearon una edición limitada de un modelo automático con un movimiento ETA Valljoux 7750 del que solo se fabricaron 165 ejemplares, hoy agotados.
